Por Germán Alberto
LLAMADO DE EMERGENCIA
Estamos a tan solo cinco meses de las elecciones
parlamentarias de 2014, y las presidenciables dos meses después. Estos siete
meses estarán cargados de demagogia, incisiones traperas y burocracia. El
ambiente político está más que enrarecido, pues el ciudadano común está
mostrando abiertamente que condena los poderes constitucionalmente establecidos.
Según las tan populares como rentables encuestas de opinión, todas las
cortes, la procuraduría, la contraloría, la fiscalía, el concejo de estado, la
presidencia y ni si diga el congreso, enfrentan una imagen desfavorable que
supera la favorable, y en el caso del congreso sólo 2 de cada 10 colombianos le
da una calificación positiva.
Que ganan nuestros amigos Uribistas quienes esgrimen su
enemistad con el actual gobierno por cuenta de una supuesta deslealtad de
Santos, argumento único que soporta el desdén hacia todo lo que sea haga o se
deje de hacer en el ejecutivo y que cuenta con total desapego a las cifras frías
y contundentes en materia macroeconómica y de seguridad? El disenso político
sin destrucción. El único adversario deben ser los violentos señores.
Los colombianos de bien añoramos un país en paz, negociada y
sin impunidad, hacia la cual necesitamos tener un talante de consenso en torno
a lo sustantivo que es el desmonte de la guerra y la equidad social. Hoy por
cuenta de los enfrentamientos entre Uribistas y los partidos de gobierno, el
país está inmerso en una polarización miope en gran parte del espectro
político, que incluye el centro-centro, la centro-derecha y la derecha pura.
Mientras tanto la izquierda que siempre en este país ha tenido el rotulo de
tercería, por cuenta del choque de egos, se perfila como alternativa de poder. Estoy
en la orilla diferente del Centro Democrático, pero sin duda me parece
interesante tener al ex presidente Uribe y su nuevo partido político en el
senado de la república, desde donde sus ideas podrían ser constructivas en
democracia y no en twitter. No veo ningún pre-candidato a la presidencia de su
corriente, con peso específico ni mucho menos electoral. Con lo cual para
enfrentar un posible post-conflicto, me parece importante cerrar filas para
evitar que los ex M-19, los Polistas y las FARC con su Marcha Patriótica tengan
opción de poder.
Hoy las FARC felices de ver a los partidos tradicionales
enfrentándose con saña, se frotan las manos y amenazan con romper el debido
proceso de la mesa de dialogo haciendo publico el detalle de las conversaciones.
Nada que ocultar, pero hacerlo socavaría de manera irremediable el proceso.
Sabemos que no lo van a hacer, es solo una bravuconada mediatica, pues ellos no
tienen hoy más remedio que firmar la paz, o se convierten en la Bacrim más
grande del mundo y a quienes seguiría el ejército asestándoles fuertes golpes. Y
habría que esperar 10 años más para volver a tener esta oportunidad de
culminación del conflicto armado.
Este caldo de cultivo político, como diría un buen amigo me
parece “demás de riesgoso”, pues sería la oportunidad de oro para los socialistas
de corriente bolivariana en Colombia. Mi llamado de emergencia es a la sensatez
política y ciudadana. Elijo apoyar las políticas actuales por un cuatrienio
más, dándole herramientas al gobierno para ejecutar su plan de desarrollo y
manejar un post-conflicto adecuadamente, en lugar de dar cabida a la
Venezualización de Colombia.