A ELLOS LES GUSTA LA EMERGENCIA
Por Germán Alberto Bahamón
Los fenómenos meteorológicos desnudan las falencias de la construcción
de ciudad en el territorio Colombiano. Es muy común en estos días, culpar a las
lluvias de los desastres que ocurren en los centros urbanos, y son las
entidades de control y gestión del riesgo las que toman especial protagonismo. Leí
hace poco temerarios pronósticos, como los que contiene el último análisis
hidrológico del Ideam, instituto que al aplicar sus nuevos modelos de medición permite
al país conocer en detalle cuáles son los municipios y departamentos más
afectados por el cambio climático. A nivel general, el Ideam encontró que 12
millones de colombianos, es decir uno de cada cuatro, pueden sufrir
afectaciones por las lluvias torrenciales.
De la medición detallada del Ideam se desprende, además, que
el 12 % del territorio nacional es susceptible a inundarse. Las zonas con mayor
riesgo están distribuidas en las cuencas de la Orinoquía y la Amazonía, en los
valles de las regiones Caribe y Pacífico y en los valles interandinos de los
ríos Cauca y Magdalena, incluida la Sabana de Bogotá.
Cuando el país pasa por temporadas de lluvias, el 28 % de la
población está expuesta a inundaciones y el 31 % a una amenaza alta de
deslizamientos (remoción en masa) asociado a crecientes súbitas. Esta situación
se puede presentar en Valle del Cauca, Atlántico, Antioquia, Cundinamarca,
Magdalena, Córdoba, Cesar, Cauca, Huila y Meta, los departamentos con mayores
probabilidades de riesgo.
Es triste ver como la fuerza de la naturaleza se lleva a las
ciudades, afecta a miles de familias que no solo pierden seres queridos, sino
que además se lleva el esfuerzo y el capital de tantos años. Lo cierto y más
desgarrador, es darnos cuenta que esto es culpa de nosotros mismos; la enorme
depredación ambiental, la deforestación y los fenómenos hidrológicos asociados al
cambio climático son tristemente una constante en nuestra realidad geográfica,
y todos, ciudadanos, organizaciones y Estado no queremos entenderlo, y por el
contrario convertimos a Manizales, Mocoa, Armero, Salgar y Campoalegre en fenómenos
aislados y espacios propicios para ver como indignos dirigentes se aprovechan
del mal ajeno para promover su politiquería, y no, materia de acción
planificadora. Resumiendo, la mayor parte de las emergencias en nuestras ciudades
no son producto de un fenómeno sobrenatural aislado, son causa de nuestra falta
de Planeación Territorial.
Vivimos en un país donde conseguir una vivienda es un acto
de supervivencia. Las viviendas están ubicadas en donde la gente pudo invadir o
donde un mafioso tierrero vende lotes entre amojonamientos en tierras ilegales
y en muchas ocasiones en riesgo, y casi siempre cerca al agua. Es por esto que
la población más afectada en estas emergencias son personas pobres, que no es
que eligieran ese lugar porque les pareció bonito; escogieron ese lugar porque
no les quedó de otra, no hubo otra opción. El problema de nuestras ciudades es
la total desregulación del mercado inmobiliario, la ausencia del Estado en el
ordenamiento territorial y la acción de marginalización social. Como dato
importante, más del 50% de las viviendas de Bogotá nacieron bajo la dinámica descrita
atrás, y ese fenómeno es una constante en las diferentes ciudades de Colombia. Basta
ver en Neiva las más de 25mil personas que viven en barrios subnormales, como
por ejemplo los de la media luna en la comuna 10, y los diferentes barrios en
la misma situación de las comunas 8, Comuna 6, Comuna 7, Comuna 2 y Comuna 9,
entre otras.