Por German Alberto
En las redes sociales, vi un panfleto virtual que decía algo
así: “La última vez que en un agosto se emberracaron los Boyacos, obtuvimos
independencia”. Y al parecer la furia bajo esas ruanas logrará que se precipite
la corrección de una inequidad pre-existente, viabilizando la producción
agrícola mediante reducción de los precios de fertilizantes, el desarrollo de
algunas salvaguardias y ayudas financieras para el productor.
Debido a este episodio, quise hacer un recorrido histórico por
el mundo agrario, epicentro de las luchas de poder en nuestro país. Desde que en
Boyacá se consiguió la independencia de la colonia española, ha habido siempre
un desequilibrio inquebrantable en la repartición de la tierra en Colombia, que
ha generado por lustros discusiones acerca de la tenencia. Fue solo, hasta el
gobierno liberal de Lopez Pumarejo en 1936, cuando se reconoció a los
poseedores, arrendatarios y aparceros el derecho a reclamar las tierras que
venían trabajando, por encima de los intocables terratenientes de la colonia.
Luego de la violencia de los 50s fue Alberto Lleras Camargo quien volvió a
hacer un esfuerzo en busca de disminuir el crítico problema de la distribución
de la tierra, promulgando la ley 135 de 1961 que dio nacimiento al Instituto
Colombiano de Reforma Agraria (INCORA), ley inspirada en el “principio del bien
común y en la necesidad de extender a sectores cada vez más numerosos de la
población rural colombiana el ejercicio del derecho natural a la propiedad,
armonizándolo en su conservación y uso con el interés social”. Hubo dos
corrientes enfrentadas en su momento; una que minimizaba el “problema” de la
tenencia y enfatizaba en la necesidad de mejorar la producción y productividad;
y la segunda que lideraba el presidente Lleras con argumentos de justicia
social, que llevaría al crecimiento de clase media y por consiguiente al
crecimiento de consumo interno. (Dicen que hay que leer la historia para evitar
repetirla, y la primera corriente me suena a Carimagua y AIS).
Las guerrillas colombianas que surgieron a mediados de los
60s, han usado un discurso mentiroso de la inequidad, pues a largo plazo, las
guerrillas han demostrado agenciar procesos de desplazamiento forzoso de la
población rural, pero nunca un proceso de cambio social ni de emancipación
popular.
En el 72, Misael Pastrana para congraciarse con los
Oligarcas terratenientes tumbó la ley 135 en el famoso Pacto de Chicoral. A
renglón seguido nace la siguiente reforma agraria, la de los “Mágicos”, bajo la
permisividad de un decenio bajo López y Turbay (que tuvo replica de elefante), estimulada
por la generosa irrigación de dinero a quienes negociaban con ellos desde la
legalidad. La última reforma agraria estuvo a cargo de los grupos paramilitares,
quienes ejercieron el control político y territorial de varios departamentos de
Colombia, además de los campos de cultivo de coca, sus laboratorios y las rutas
de exportación; con el beneplácito del 25% del congreso….